Europeos del centro y de la periferia: mercancía en manos de nuevos dueños.

¿Cuántos dólares se pueden comprar con un euro? ¿Y cuántos dólares cuesta un barril de petróleo? ¿Sabrías decir en cuántos billones de dólares se cifra la deuda mundial? Quizá sí. Sin embargo, ¿qué pasa si se reformulan estas preguntas, en yuanes? Apuesto a que pronto será habitual. Y apostaría fuerte, si alguna de mis religiones permitiera el juego, porque existen pesadas evidencias para ello.
¿Alguien ha oído últimamente sobre una tal crisis? Por lo visto, en septiembre de 2008 una gran entidad encargada de asegurar las apuestas financieras a fin de siempre ganar en una inversión sin importar su éxito o fracaso, entidades conocidas como hedge funds, quebró estrepitosamente arrastrando consigo a una espiral de cosas indeseables al resto de la humanidad. La globalización de los problemas, podría llamarse, convierte automáticamente sus problemas en los míos, pero no en el sentido contrario. Desde entonces, se ha oído hasta la saciedad  que “estamos tomando medidas”, “tenéis que hacer un esfuerzo”, “los que sigáis cobrando, iréis cobrando menos”, “tendréis lo que necesitéis, pero, ¿cómo que antes era gratis?”. Todo esto con la callada voz en boca de nadie que susurra que es una crisis, un estado transitorio, eventual y anómalo que se desvanecerá pronto. Pero no me lo creo, porque ya me ha pasado antes. Con esa gente que te niega lo que es tuyo y no te lo piensa devolver; siempre dicen que este lunes de verdad lo tendrás, y lo dicen cada martes.
Se observa, en definitiva, una destrucción de las condiciones y del bienestar de la sociedad, que nadie puede negar ni, mucho menos, acepto que se reconozca como legítima o justa. Además, si se observa más detenidamente, la capacidad de movimiento, las opciones disponibles de respuesta y la capacidad de devolver una respuesta contundente y, especialmente, la fuerza para crear progreso que presentan las economías occidentales están resultando mermadas, estranguladas y arrinconadas en lo hondo de un callejón sin salida.
Cuando no tienes opción, cuando estás roto, cuando estás acorralado, siempre aparece alguien para ofrecerte algo. No hace falta pedir, seguro llegarán a ti. Y te harán “una oferta que no podrás rechazar...”
Alrededor de 1940, Europa estaba rota. No se va a tratar aquí sobre las causas ni los motivos, pero estaba, como es sabido, pasando por dificultades excepcionales. Sin embargo, no fue el final, no quedó abandonada a su suerte hasta su completa destrucción. Vinieron unos forasteros, acabaron la guerra e hicieron una fiesta con banderitas y confetis de colores. Además había música alegre y mujeres bonitas que sonreían. Ya todo estaba arreglado y estaba claro que las cosas iban a ir bien. Solo quedaba hablar un par de cosillas: nada importante. “Es solo que os ofrezco un plan billonario para que podáis arreglar todo el estropicio, que devolveréis a un interés, bueno, razonable. Para que suene bien le pondremos Plan Marshall. También me gustaría que esos dinerillos los gastéis contratando a unos amigos míos, que os lo van a dejar estupendo y si compráis alguna cosina más, pues me llamas. Ah, que estamos empezando un grupo nuevo con amigos y nos gustaría que os vinierais: pensamos llamarlo OTAN,  o si no “Massive Attack”. Pero si venís a mandar mejor os quedáis en casa. Bueno, eso para las fiestas, porque para los días de diario pensamos hacer la ONU.”
Todos sabemos qué contestó Europa, pero qué hubiera hecho otro en su lugar...
Se podría decir que a cuento de qué saco yo ahora esto. Pero encuentro similitudes con las circunstancias actuales. Lo bueno es que las finanzas han cobrado tanto peso en la marcha de la vida de un país, que para estar acabado ya no es necesario sufrir una guerra con tanques y bombas como las de antes, y lo digo sin mucha añoranza. El siglo 21 ha traído eficiencia hasta para arruinar un continente. La guerra hoy es financiera, y las armas son deuda y bonos.
Europa ha ido dando bandazos estos últimos años, amenazados y atemorizados por la deuda inasumible de Grecia. Ahora, la reconocen como tal y se nos presenta como un alivio. Tengo muchas dudas sobre ello, y el tiempo irá revelando situaciones que nos permitan entenderlo. Pero eso siempre ocurre tarde. Lo que sí tengo muy claro es que no será gratis, no será a cambio de nada. A nadie le importa si estás en condiciones de devolver lo que debes, son tus problemas y lo debes. Debido a esta presión ineludible, se crean dos medidas de contención que devuelvan el equilibrio: recapitalización significativa de los bancos privados y reserva de un fondo de 1 billón de euros destinado a rescatar economías nacionales. En cuanto a la primera, no tengo ni idea sobre de dónde va a salir ese dinero; en cuanto a la segunda, no tengo ni idea sobre de dónde va a salir ese dinero. Aunque existiera la posibilidad de que los contribuyentes lo pusiéramos, sería necesario sacar el ejército a la calle. Se requerirá un euro menos de lo justo para la completa revolución, tensando la cuerda todo lo que se pueda pero sin romperla. Y aun así no será suficiente.
El resto nos lo dará quien lo tenga y ya sabemos cómo funcionan esas cosas... Vendrán China, Rusia, Brasil y toda esa gente y nos volverán a decir eso de:
“Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar...”

http://actualidad.rt.com/economia/global/issue_32078.html?rc=1
La “mala virgen” es eso que se te mete en el centro de la cabeza y te aprieta, como cuando te bebes un granizado de un sorbo con la pajita. Y a mi no me molesta cambiar de dueño ni nada, lo que pasa es que eso de tener dueño, me da una MALA VIRGEN...!!!

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